El sistema inmunológico
La alimentación es un factor crucial en el sistema inmune, por eso se utiliza el término inmunonutrición, para referirse a la ciencia encargada de estudiar la relación entre nutrientes e inmunidad.
El sistema inmunológico es el encargado de proveer a nuestro organismo de los mecanismos necesarios de defensa. La piel, las mucosas y las secreciones mucosas son buena muestra de las barreras físicas, químicas y biológicas que el organismo interpone frente a posibles agresiones. La respuesta inmune se divide en dos tipos de reacciones: las respuestas inmunes innatas o inespecíficas, como la inflamación y las barreras que hemos mencionado y las respuestas inmunes específicas, adquiridas o adaptativas. Este tipo de respuestas son las que el cuerpo va desarrollando al ir entrando en contacto con determinadas sustancias o microorganismos como mecanismo de defensa.
El papel de la inmunonutrición
La inmunonutrición es la ciencia encargada de estudiar la relación entre los nutrientes y la inmunidad. Y lo hace observando cómo los componentes presentes en los alimentos influyen en la respuesta inmune que desarrolla el cuerpo frente a lo que identifica como posibles agentes agresores y estudiando los marcadores inmunológicos asociados al estado nutricional.
Estado nutricional y nutrientes esenciales
El sistema inmune trabaja de forma eficiente y adecuada cuando una persona está sana y bien alimentada. Una situación carencial a nivel nutricional va a desencadenar una merma en los mecanismos de protección, de manera que piel y mucosas se pueden ver afectadas en pacientes desnutridos, disminuyendo su funcionalidad y efectividad. Por otra parte, existen nutrientes específicos que tienen un papel relevante dentro del sistema inmune y que pueden pasar a ser esenciales en personas que padecen determinados problemas de salud.
Nutriente esencial
Un nutriente esencial es aquel que debemos incorporar con la alimentación para cubrir las necesidades del organismo, pues la síntesis endógena, es decir, la fabricación de esta sustancia por parte de nuestro cuerpo, no es suficiente. En determinadas circunstancias, hay nutrientes
no esenciales que se convierten en esenciales, pues la cantidad que nuestro cuerpo sintetiza deja de se r suficiente para cubrir las necesidades. Eso es lo que sucede por ejemplo con la glutamina en caso de enfermos críticos.
Nutrientes e inmunidad
Existen diferentes nutrientes directamente implicados en el funcionamiento del sistema inmune. Los principales son:
Vitaminas y minerales
Vitamina A: Es necesaria para la formación de anticuerpos e interviene en el mantenimiento de la piel, ojos, sistema digestivo y genitourinario. Encontramos vitamina A o sus precursores en alimentos como la zanahoria, albaricoque, espinaca, calabaza, boniato, el pimentón, el perejil, los huevos, las angulas, etc.
Vitamina D: Regula la función inmunitaria por su papel en la producción de proteínas antibacterianas. La vitamina D se encuentra mayoritariamente en los pescados azules, los huevos, las setas y los lácteos enteros.
Vitamina E: Esta vitamina tiene función antioxidante y además su función específica es incrementar la actividad de los linfocitos T, protegiendo las membranas celulares. La encontramos en los aceites como el de girasol y el de soja, en los cacahuetes, el maíz, los frutos secos, el germen de trigo, etc.
Vitamina C: Además de ser antioxidante, regula la respuesta inmunitaria y estimula las funciones de los leucocitos. Encontramos vitamina C en perejil, pimientos, brécol, coles de Bruselas, kiwi, papaya, fresones, limón… Pero debemos tener en cuenta que es una vitamina muy termolábil por lo que el cocinado daña su estructura.
Cobre: Es un mineral implicado en la respuesta inmune innata, pero resulta complejo calcular la concentración orgánica de este mineral y la relación dosis-inmunidad. Los alimentos más ricos en cobre son las legumbres, los cereales integrales, el cacao, las nueces, las pasas, las ciruelas pasas, el sésamo, los pistachos…
Selenio: Tiene funciones antioxidantes y contribuye a la función inmunitaria, pero en exceso puede tener un efecto pro-inflamatorio, por lo que en caso de suplementación se debe modular correctamente la dosificación. El selenio lo encontramos de forma natural en las nueces de Brasil, los cereales integrales, mariscos y pescados.
Hierro: Participa en la producción de linfocitos T y forma parte de enzimas antioxidantes, pero también genera especies reactivas de oxígeno que participan en la oxidación. Por ello,también es esencial ajustar la cantidad utilizada en suplementos. Los alimentos más ricos en hierro son los moluscos bivalvos como berberechos, almejas y mejillones, carnes y vegetales como la soja y otras legumbres, frutos secos, sésamo… aunque la forma química en vegetales es menos biodisponible.
Zinc: este mineraltiene una función inmunomoduladora, se ha utilizado a nivel pediátrico en infecciones respiratorias y para la recuperación del sistema inmune en casos de desnutrición. Lo encontramos en piñones, sésamo, pipas de girasol, germen de trigo, queso, carnes, legumbres… Respecto a las vitaminas y minerales, no se ha podido establecer la dosificación adecuada, por lo que se requiere de más estudios acerca del efecto de estos nutrientes. Como siempre una alimentación equilibrada garantiza una ingesta adecuada.
Otros inmunoestimuladores
Proteínas: Se ha podido observar que la cantidad y la naturaleza de las proteínas que se ingieren en la dieta influyen sobre la respuesta inmunológica.
El sistema inmunitario incluye ciertos tipos de glóbulos blancos al igual que sustancias químicas y proteínas de la sangre, como anticuerpos, proteínas del complemento e interferón. Algunas de éstas atacan directamente las sustancias extrañas en el cuerpo, mientras que otras trabajan juntas para ayudar a las células del sistema inmunitario. Los linfocitos son un tipo de glóbulos blancos y los hay del tipo B y T. Los linfocitos B se convierten en células que producen anticuerpos. Los anticuerpos se adhieren a un antígeno específico y facilitan la destrucción del antígeno por parte de las células inmunitarias. Los linfocitos T atacan los antígenos directamente y ayudan a controlar la respuesta inmunitaria. También liberan químicos, conocidos como citoquinas, los cuales controlan toda la respuesta inmunitaria. A medida que los linfocitos se desarrollan, aprenden normalmente a diferenciar entre los tejidos corporales propios y las sustancias que normalmente no se encuentran en el cuerpo. Una vez que se forman las células B y T, algunas de ellas se multiplican y brindan "memoria" para el sistema inmunitario. Esto permite responder más rápida y eficientemente la próxima vez que usted esté expuesto al mismo antígeno y, en muchos casos, impide que usted se enferme. Por ejemplo, un individuo que haya padecido o que haya sido vacunado contra la varicela es inmune a contraer esta enfermedad de nuevo. Reforzar el sistema inmunológico
Este es un aspecto muy importante de nuestra salud y muy especialmente a medida que nos hacemos mayores. Con la edad, se presenta una disminución de la función inmune que implica cambios en los distintos mecanismos de defensa del organismo, lo que es causa de una mayor susceptibilidad a algunas enfermedades infecciosas e inflamatorias.
Jóvenes y sobre todo mayores deben actuar en dos aspectos de su estilo de vida.
Una alimentación óptima es un factor clave para el mantenimiento del sistema inmunológico. Las recomendaciones indican seguir una dieta equilibrada y variada, con un aporte de proteínas y de energía y tomar
cinco raciones de fruta o verdura al día que nos aportan vitaminas y minerales esenciales. Hay que consumir los alimentos en proporciones ideales para mantener un estado nutricional adecuado y nuestras defensas inmunitarias.
Las personas mayores tienen con frecuencia falta de apetito, dificultades en la deglución, menor sensación de sed y todo ello les lleva a comer y beber menos de lo que necesitan. Conforme nos hacemos mayores, si no comemos todo lo que necesitamos, podría estar indicado tomar suplementos.
Muchos mayores tienen una dieta deficiente en proteínas. Hay que tener en cuenta que las personas mayores necesitan más proteínas que un adulto normal(por kilo de peso corporal y día). Es esencial que aumenten el consumo de alimentos ricos en proteínas tales como carne, especialmente carne blanca, pescado, clara de huevo etc. Si finalmente, no es posible cubrir las necesidades, puede ser adecuado suplementar su dieta con proteínas y otros nutrientes que pudieran estar deficitarios en la alimentación . Mantener un estado nutricional adecuado es un pilar fundamental en el mantenimiento de la función inmune y en el que podemos actuar.